Esta semana tengo que redactar tres documentos, ninguno de los cuáles me apetece demasiado. Me he sentado a las 8:30 delante del primero de ellos y, en los 20 minutos siguientes, he realizado las siguientes tareas:
- Actualizar la dirección de correo de dos contactos
- Limpiar el correo personal de correitos chorra y enviarlos a la lista de distribución que tengo a tal efecto
- Hacer café (y bebérmelo)
- Sacar las bicicletas del porche, que hoy vienen a hacerme una obra
- Bajarme el disco duro portatil, ya que me hacen falta unos documentos de referencia (pero luego no he buscado dichos documentos)
- Aprovechar el viaje para subirme un par de revistas, unos gemelos, un manual, unas gafas, los guantes de la bici y una chaqueta que tenía por aquí en medio
- Poner la radio (M-80, “No somos nadie”)
- Quitar el mantel de la cena de anoche
- Escribir este post
Eso sí, he cambiado el interlineado del documento de “sencillo” a “1,5” y ahora ocupa diez páginas más…
A ver si espabilo, que ya me vale.
Estoy impresionado . ¡Si que te han cundido los 20 minutos!
Si, pero no para lo que los tenía reservados. Todas estas cosas debí haberlas hecho cuando llegaron los albañiles, que ya sabía que me tendría que parar y echarles algo de cuenta…
a mi también me pasa, cuando no quiero hacer una cosa concreta me pongo a trabajar como loco en otras cosas para mitigar mi conciencia