- Estoy hasta arriba, tengo una burrada de trabajo, no consigo organizarme, salto de un tema a otro, no avanzo
– Pues mira, tengo un libro muy bueno sobre gestión del tiempo que a mi me ha sido de mucha utilidad y…
– Ah… Mándamelo, mándamelo. Pero no te olvides, ¿eh?”
Esta misma conversación, pero con diferentes matices relativos a la materia (gestión de proyectos, estrés, independencia financiera, emprendedores, temas técnicos) o el formato (un libro, un video, un tutorial, una herramienta, un artículo, una referencia…) la he mantenido cientos de veces con prácticamente idénticos resultados:
- Ni una sola vez he recibido agradecimiento alguno por lo que haya mandado. Tampoco es que lo haga por recibir agradecimientos, pero en fin…
- Ni una sola vez he recibido comentarios de vuelta (“pues mira, estaba muy bien”, “es infumable”, “se parece un poco a…”).
- Cuando he preguntado, pasado un tiempo prudencial, qué le ha parecido, casi siempre la respuesta es “pues es que he estado muy liado y aún no he tenido tiempo de verlo”
Mis conclusiones:
- La gente se queja por vicio. Les gusta quejarse y no les mola nada que les priven del motivo de su queja.
- La gente quiere solucionar sus problemas, pero por el método plegaria. Lo de trabajar para solucionar no les mola nada.
- “Mándamelo” debe querer decir “haz el favor de no interrumpir mis quejas con tus consejos” en algún dialecto empresarial que no he logrado identificar hasta ahora.
- La gente tiene una facilidad pasmosa para encargarte tareas, incluso cuando no son tus jefes, y deben pensar que no tienes otra cosa mejor que hacer.
El caso superlativo lo logró un compañero de trabajo cuyo hijo de cuatro años no dormía bien por las noches. El aspecto de este hombre por las mañanas era desolador, no se tenía en pie y su rendimiento profesional estaba empezando a bajar alarmantemente. Le recomendé un par de veces el famoso libro del Doctor Estivil, y las dos veces me dijo “no, es que tu no sabes lo que es esto, esto no se soluciona con ningún libro”. Cuatro meses más tarde apareció una mañana radiante por la oficina: “He descubierto un método maravilloso, se llama ‘Duérmete niño’ y nuestro hijo por fin está empezando a dormir bien”…
Para matarlo, ¿No? En fin, en su pecado llevó su justa penitencia (cuatro meses sin dormir que podía haberse ahorrado)
Joer… que de indirectas, la próxima pones mi nombre directamente
Yo me lo compré por mi cumpleaños… allá por Mayo… estaba esperando como agua de idem la semana pasada para leerlo aprovechando un largo viaje.. y me lo dejé en casa :/
Eso sí, el iGTD para macosx lo tengo instalado donde va
Procrastinators: the leaders of tomorrow
¿¿¿Comorr??? ¿Qué te he enviado yo a tí? :-O
En serio, no te pillo…
No, no… que en base a tus recomendaciones, yo me lo acabé comprando. Hace unas semanas te dije en un mail (que por cierto sigo sin tiempo para escribir) que me lo leería… y hasta hoy. A ver si en el puente de la semana que viene me davidalleneo un poco
Bueno, en realidad el artículo no va necesariamente sobre GTD, sino sobre la gente que te dice “oye, mándame información sobre esto o aquello” para luego no hacerle ni puñetero caso. Imagina que en vez de hablar de compañeros de trabajo hablamos de clientes: “oye, mándame un informe sobre tal o cual producto” para luego ni mirárselo. Se trataría de un caso de poco respecto por el trabajo ajeno, ¿no? Pues en el caso de compañeros, lo mismo…
¿Y tan malo es quejarse por vicio? ¿A dónde vamos a ir tan rápido si mejoramos tanto nuestra eficiencia como individuos? Sinceramente creo que el problema de muchos, yo inclusive, es que no tenemos claro cuál es el fin mismo de lo que hacemos. Es como el capitán de velero que espera un buen viento para poder navegar a plena velocidad, pero sin tener muy claro qué puerto quiere alcanzar.
Me dejo de chuminadas