Creo que si algún día escribo un libro lo titularé de esta forma (“Cuesta arriba y cuesta abajo”) o con alguna variante más ingeniosa. Lo explico en varios pasos. Hoy comienzo con el paso uno, que si no esto es un ladrillaco incomestible: los principios.
Cuando uno empieza a estudiar una materia en profundidad, ya sea las matemáticas, el Aikido, el desarrollo de software o la gestión de proyectos, llega un momento en el que empiezas a sentir como encajan todas las piezas. Muchas cosas que parecían inconexas empiezan a tener un sentido común, como si todas resonaran a una frecuencia muy concreta. Y esa frecuencia de resonancia suele ser un principio o una serie de ellos de una belleza y simplicidad esenciales. Poder destilado. La materia de la que se hacen los sueños. Lo cachondo de la historia es que si, en vez de estudiar la materia en profundidad, uno se ve confrontado con el enunciado del principio a secas, el resultado suele ser “menuda memez”.
Un mini ejemplo: la economía. Uno empieza a estudiar economía y, cuando lleva un tiempecito, se da cuenta del poder de la ley de la oferta y la demanda y las implicaciones resonantes del mismo en casi todos los aspectos, macro y micro. Otro buen ejempo relacionado con la economía es el consejo que Kiyosaki da a todos los que le abordan en los aeropuertos para preguntarle cómo hacerse ricos rápidamente. Robert les dice “incremente su inteligencia financiera“, y ellos se le quedan mirando con cara de “pero tío, que yo lo que quiero es apretar un botón, no estudiar, y además no se cómo me va a hacer más rico leer libros”. Necios.
Pongamos el ejemplo de Lean aplicado al software. Durante dos décadas ha habido personas intentando aplicar al mundo del software las técnicas derivadas de Lean, la filosofía de gestión emanada desde el sistema de producción de Toyota y de la que han surgido una plétora de herramientas ampliamente adoptadas como los estándares de la industria como el Just In Time, Kanban, Kaizen, 5S, TPM, Visual Management… El fallo que cometieron todos los que lo intentaron y quedaron por el camino fue intentar migrar las herramientas, no los principios. Mary Poppendieck lo vio claro porque ella interioriza perfectamente esos principios, momento en el que todo se vuelve fluido y natural. Es lo que Toyota sabe y General Motors aun ignora (impagable artículo, seguid el enlace).
Ocurre también con muchos libros de gestión. Lees el principio que defiende el libro (como ya he comentado alguna vez, suelen contener muy pocos pero muy novelados) y al principio dices “pues anda que se ha exprimido las meninges el colega”. Pasa el tiempo, experimentas, aprendes y te dices “joroba, la razón que tenía este libro y lo enraizado que está el principio con la realidad misma”. Lo dicho: no vale con leer el principio, hay que interiorizarlo, y eso lleva su tiempo.
Así pues, reto para empezar el año: ¿cuales son los principios que rigen vuestras empresas? ¿Y vuestros servicios? ¿Vuestros productos? ¿Vuestra vida? Yo ten¡go un par por ahí anotados…
Llevo unos días pensando cómo poner todo lo que has escrito! Realmente , con las discusiones que seguro sigues estos días en la lista de discusión de Yahoo de [lean-agile-scrum] te puedes llegar a preguntar hasta si, por ejemplo, Scrum es únicamente una herramienta (que lo és, de ahí las discusiones actuales de si “Scrum is failing us”.
El concepto Lean es realmente muy interesante, para aplicar las herramientas correctamente debes saber POR QUE se dice funcionan, para que puedas entender si son adecuadas en tu entorno o no…
Comparto lo que cuentas.
Por “colocar” una anécdota que viene a caso, recuerdo el comentario de un compañero del Colegio Mayor cuando al ver encima de la mesa unas ecuaciones diferenciales en derivadas parciales dijo “tanto teleco tanto teleco y resulta que yo las derivadas ya las dí en BUP”, no more coment.
Por añadir algo de contenido “serio” al comentario y no desmerecer el post, algo parecido (no al de la anécdota) me pasa cuando escucho ciertas reflexiones o comentarios de personas “supuestamente” expertas o relevantes en la materia, en ocasiones puedes pensar “esa obviedad la puede decir cualquiera”, pero en realidad, si lo piensas bien, son el resultado, la síntesis, el destilado de una larga y profunda experiencia y por algo lo dicen.
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