Si hablaba en el post anterior de los principios, hay pocos más inexorables que los de la termodinámica. Se obtienen de la observación directa de la naturaleza y son absolutamente simples, bellos en su simplicidad, y sin embargo la extensión de los mismos vibra y puede sentirse en casi todos los demás campos de la física y en la naturaleza mísma del universo. Julio Díaz, mi Gran Maestro, lo sabía, vaya que sí.
Una de las conclusiones que se obtienen del estudio de la termodinámica es que el desorden de un sistema en el que no introducimos energía externa (sistema cerrado) siempre crece. Para una demostración práctica de esta conclusión, dejad de limpiar vuestra casa una temporada hasta que tropecéis con las pelusas (funciona mucho mejor si, como es mi caso, el perro está mudando el pelaje ). Este desorden siempre creciente, esta cuesta de Sísifo, este desgaste infinito se conoce con el nombre de entropía, y su concepto se introduce en el segundo principio de la termodinámica.
Algunas de las cosas que implican estos principios incluyen la imposibilidad de crear móviles perpétuos, ya sean de primera o segunda especie. No se pueden crear sistemas que producen más energía de la que consumen. Ergo si queremos mantener un movimiento indefinidamente, debemos aportar energía.
Ese es el quid de la cuestión a la que quiero llegar: si queremos que las cosas funcionen, si queremos que progresen, si queremos que mejoren, si queremos que cambien… Debemos aportar energía. El universo así lo establece, y a los que van contra el universo les suelen pasar cosas malas, no se si me explico
Por eso nunca deja de hacerme sonreir el que, al explicar determinadas técnicas, procesos, metodologías, ideas, innovaciones, herramientas o demás tricks of the trade, alguien en la audiencia diga “ya, pero es que eso no es tan fácil…”. Cuando, por cierto, yo no he mencionado en ningún momento que lo sea.
Suelo usar siempre una frase: “¿Esto es mejor o peor que lo que hacemos ahora? ¿Es mejor? ¿Es bueno? Hagámoslo“. Aunque sea cuesta arriba.
Siempre tan lúcido, Ángel. ¿Puedo usar tu frase… gratis?
Hombre, por Diox, ni se pregunta… Aunque si comienzas diciendo “Como dice Ángel Medinilla…” me haces publi…
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