Siempre que acabo un curso de formación dedico unos quince o veinte minutos a realizar una retrospectiva del mismo con los asistentes. Es una de las prácticas más importantes de Agile, y entronca directamente con el concepto del Kaizen de los sistemas Lean: la mejora continua y constante a lo largo del tiempo en busca de un estado perfecto que, más que una meta, traza un “norte verdadero”, el camino que debemos seguir día tras día. Hoy mejor que ayer. Mañana, mejor que hoy.
En fin, que me lío: en este ejercicio “post mortem” analizamos lo que ha ido bien y lo que necesita mejorar, lo que ha sido divertido y lo que ha sido más pesado, lo que es esencial y lo que se ha echado en falta. Lógicamente, a lo largo de varias decenas de retrospectivas el curso va mejorando, y amparándome en el hecho de que muchos de los asistentes a los cursos son lectores del blog me atreveré a afirmar que el índice de satisfacción y de éxito que estamos alcanzando con los cursos es muy alto, y en un porcentaje interesante de ocasiones conduce a proyectos más intensos o específicos.
Curiosamente, conforme se fueron puliendo las aristas más evidentes, han quedado un grupo de “deltas” que son casi una constante, y ante los que estamos replanteando incluso nuestra estrategia de comercialización. Lo cuál quiere decir que las retrospectivas están siendo una importante fuente de innovación.
La constante mas evidente es pedir un mayor grado de personalización en los cursos: atacar las cuestiones específicas de la organización y proponer soluciones. Pero claro… Eso tiene un nombre (consultoría) y un precio diferente a la exposición más o menos participativa y creativa de un mismo tema (recurrencia, señores, recurrencia… Hay que productizar ). No obstante, en lugar de limitarme a señalar este hecho (que la consultoría se paga) lo que estamos haciendo es diseñar un nuevo paquete de servicios que consiste en una consultoría previa, unas sesiones de formación y un roll-out workshop, es decir, un día de trabajo en el que los participantes se traen sus proyectos debajo del brazo y trabajamos en la definición de los mismos, el enfoque de desarrollo, las herramientas de visibilidad y control… En el caso de Scrum, creamos o mejoramos las pilas de producto, calendarizamos los sprints, preparamos un release plan, creamos los tablones de sprint, establecemos la mecánica y duración de las diferentes reuniones…
Así, cada cliente puede optar en cada momento por uno de los productos, combinaciones de dos o el paquete completo de consultoría + formación + taller. Hay quien pensará que me hago un flaco favor publicitando a los cuatro vientos nuestras innovadoras estrategias , pero en el fondo creo en esto, en difundir el conocimiento, las mejores prácticas y las lecciones aprendidas. Al fin y al cabo yo me he beneficiado de la experiencia de muchos que han avanzado antes que yo, y mi creencia firme en los mecanismos del Karma no puede empujarme a otra cosa que a compartir. Además, la experiencia me dicta que las personas que han compartido sus conocimientos recogen frutos a la larga. Al fin y al cabo, es un marketing excelente.
En cualquier caso, tanto si productizais como si no, tanto si paquetizais como si no, lo que sí es muy importante es mantener constantemente un mecanismo de revisión crítica y mejora que permita, sobre todas las cosas, escuchar al cliente, y mantener en todo momento una actitud constructica y positiva al respecto de las opiniones del cliente. Incluso cuando, según nuestro criterio el cliente se equivoca, es mucho más productivo pensar “¿por qué habrá llegado el cliente a esta conclusión? ¿En qué estará fallando mi mensaje?” que enfrascarnos en demostrar al cliente lo equivocado que está (frustrándole además por el camino).