No, no voy a hablar del boyante mundillo de los casinos on-line. Otro día.
Una de las primeras cosas que os vais a encontrar cuando empecéis a desarrollar vuestro propio negocio (y si no, al tiempo) es el típico cliente o colaborador que te pide que apuestes por su proyecto. Malas noticias: Ni es cliente, ni colabora contigo en nada que no sea sacarte horas de trabajo gratuitas.
Esto que os comento no me pasa ahora porque ya lo viví en experiencias empresariales pasadas, y a la trigesimo sexta vez que me lo hicieron aprendí la lección. A mi es que no me basta con tropezar dos veces con la misma piedra, que le vamos a hacer. Y es que los cantos de sirena son tan seductores…
Centrando, la situación es la siguiente: Vas a una reunión con tu potencial cliente o colaborador, y este empieza a venderte un negocio magnífico del que vais a salir todos millonarios. Mala señal. Deberías estar vendiendo tú. Ya hay algo que debería ponerte en guardia.
Pero claro, para poder poner el tema en marcha primero hay que hacer un determinado esfuerzo: Montar un piloto gratuito, realizar un proyecto de ingeniería completo, adquirir una serie de equipos o preparar una memoria de 300 folios para su presentación al Ministerio de Cosas Que Empiezan Por E… Y cuando tu te echas hacia atrás en la silla meditabundo (“pero si yo venía aquí a hablar de mi libro“), viene la frase gloriosa: “Esto es una apuesta que debes hacer por el proyecto”. Cuanto más grande es el botín, más grande la apuesta.
Cuando uno está empezando, o lo que es peor, cuando lleva unos meses y está viendo como los fondos propios se evaporan y no entra liquidez, corre el riesgo de dejarse llevar por estos desaprensivos que juegan con el trabajo ajeno, autoconvencerse de que realmente la oportunidad es buenísima y que si no se sube uno al carro de inmediato puede estar perdiendo la oportunidad de su vida.
Pero desengañaos: Es una versión con corbata del timo de la estampita. Con el trabajo no se apuesta. Hacedme caso, cuando alguien utilice la palabra apuesta en una reunión de trabajo, por lo menos levantad bien las orejas y dadle una buena pensada. Como en todo, no hay blancos ni negros sino grises más claros o más oscuros, pero insisto en que como mínimo debéis poneros en guardia ante este tipo de situaciones. Y si no me creeis, empezad a anotadlas a partir de ahora y decidme qué porcentaje acaban realmente en proyectos tangibles frente al porcentaje habitual de propuestas comerciales que cuajan normalmente.
Ahora, coged el artículo, pegadlo en vuestro editor de texto favorito y reemplazad apuesta por pelotazo. Dos artículos por el precio de uno: Presión Blogosférica en el filo de la navaja innovadora bloguera… 