Esta es una historia que cuento en mis cursos y suele gustar bastante. Tanto que ya me han pedido alguna vez que la escriba e incluso tengo un dibujo dedicado que reproduzco al final del artículo (gracias, Juanjo, iremos poniendo el resto poco a poco ). La cosa va así:
Supongamos que tenemos una fábrica de magdalenas que consta de las siguientes partes:
.- Una cinta sin fin en la que se van colocando los moldes de magdalena con la masa
.- Un horno en el que se van introduciendo los moldes de cinco en cinco y son horneados durante 5 minutos
.- Una salida del horno, por la que las magdalenas ya horneadas salen en dirección al cliente
Tenemos a dos personas operando la fábrica. Una opera la cinta y va colocando los moldes. La otra opera el horno. La primera se llama Don Dueño de Producto, y la segunda se llama Don Equipo. Lo vamos pillando, ¿no?
La fábrica de magdalenas funciona muy bien y los clientes están contentos con el producto. Tan contentos que empezamos a tener más clientes, más demanda, y a Don Dueño de Producto le entran las prisas.
Entonces, en medio de una hornada, Don Dueño de Producto se dirige a Don Equipo y le dice “oye, abreme el horno que quiero ver cómo va todo”. Don Equipo le responde “no hombre, no… Si abrimos el horno se va toda la temperatura, y las magdalenas no suben”. Y Don Dueño de Producto, refunfuñando, se aguanta.
Pero entonces entra corriendo un mensajero con un encargo: un bizcocho urgente. El bizcocho ocupa el espacio de tres moldes de magdalenas. Y Don Dueño de Producto dice “parad la hornada, que hay que meter un bizcocho urgente”. Don Equipo dice “mira, la hornada lleva dos minutos… ¿No puedes esperar tres minutos más para que metamos el bizcocho?”
“¡No! ¡No lo entiendes! ¡Es urgente! ¡El cliente lo demanda!”. Don Equipo mira al cielo resignado y dice “ok, ok, paramos la hornada y tiramos estos moldes para empezar una hornada nueva de cinco minutos”.
Y entonces, para asombro de Don Equipo, Don Dueño de Producto le mira con cara de horror y dice “¡No! no lo has entendido… Hay que hacer el bizcocho en esta hornada y *además* de las magadalenas“. Cuando Don Equipo logra salir de su asombro le dice “pero vamos a ver… Lo primero es que te vas a cargar las magdalenas que estan metidas, pero incluso aunque aceptes eso, ¿dónde quieres que meta el bizcocho si el horno ya esta lleno?”.
Entonces Don Dueño de Producto se enfada de verdad. “¡Estoy harto de quejas! No entendéis los malos tiempos que vivimos y lo importante que es este encargo, el cliente siempre tiene la razón. Hay que hacerlo y hay que hacerlo. Si no se puede, pues se tiene que poder. Y punto. Y si no hay sitio, pues lo colocais encima de esos tres moldes de magdalenas, y como escuche mas quejas voy a empezar a escribir cartas de despido a la voz de ya”.
Ante la amenaza, Don Equipo abre el horno (con lo que se va la temperatura), coloca el bizcocho encima de tres moldes (con lo que el bizcocho queda cerca de la resistenci superior del horno y las magdalenas aplastadas), cierra el horno y espera tres minutos a que termine la hornada, también conocida como Sprint. El resultado es el lógico:
Claro, al realizar el envío al cliente, este lo devuelve indignado. Así que ahora tenemos que hacer cinco magdalenas, un bizcocho y las cinco magdalenas que tocaría hacer ahora. Suponiendo que hagamos bien las cosas, generamos ahora mismo un retraso de ocho magdalenas: tenemos que parar la linea, meter cinco magdalenas y luego meter el bizcocho, y aprovecharíamos el segundo turno para meter al menos dos magdalenas nuevas, así que en dos turnos produciríamos dos magdalenas nuevas además de todo el trabajo rechazado.
Si desde el principio hubieramos hecho las cosas bien y hubieramos esperado al segundo turno para meter el bizcocho, solo habríamos generado un retraso de tres magdalenas (las que ocupa el bizcocho). Ahora sin embargo hemos generado deuda técnica, y típicamente Don Dueño de Producto ser irá poniendo cada vez más nervioso y seguirá pieiendo que metamos más cosas de las que caben en el horno
Moralejas (algunas ):
1.- Los equipos necesitan su temperatura adecuada. Ni tan frío que no cueza ni tan caliente que se queme. La sopa, por ejemplo, tiene su temperatura de cocción a la que todos los ingredientes dan su punto. Más frío y no sabrá a nada, más caliente y se quemará. Esta temperatura adecuada de equipo es lo que yo denomino un “estrés saludable” o, en términos Agile, el “paso sostenible”, es decir, el ritmo que podemos mantener indefinidamente sin cansarnos.
2.- El Dueño de Producto debe de manejar la Pila de Producto, no la Pila de Sprint. Si el Dueño de Producto se dedica a interferir en el espacio de trabajo del equipo (Sprint), no podemos esperar que emerja la autogestión ni los estados hiper-productivos asociados a Scrum. Eso no quiere decir que el equipo no informe diariamente del progreso, proporcione toda la visibilidad posible y acepte el criterio del Dueño de Producto en las entregas (si el Dueño de Producto dice que no vale, es que no vale). Esto también aplica a cualquier entorno jefe-empleados, no necesariamente a Scrum: los equipos tienen que tener su espacio y su margen de maniobra, y la microgestión solo conduce a la suboptimización y al bajo rendimiento.
3.- Ante una situación de deuda técnica cualquier momento es mejor que el siguiente para decir “alto” y aplicar el principio Lean de Jidoka. Dicho de otra forma, cuando uno está en el fondo de un pozo lo primero que tiene que hacer es dejar de cavar. Tened en cuenta que, como otros tipos de deuda, crece a interés compuesto (por cierto, es falso que Einstein dijera que se trata de la mayor fuerza del Universo o el mayor invento del siglo veinte ).